martes, 22 de abril de 2014

EL AMOR DE JESUS ES LIBERTAD PARA EL ESPIRITU

Hola amigos, hoy quiero compartir con ustedes el significado de la LIBERTAD, ¿Eres realmente libre? Bueno, no es fácil responder a esta interrogante, ya que ser libres no es solamente poder ir y venir de un lugar a otro, ser libres es poder ser realmente quien somos, sin limitarnos, sin frustrarnos, sin sentir que debemos ocultar algo. Ser libres es poder decir lo que pensamos sin ser cuestionados, es poder elegir lo que queremos para nuestra vida, ser dueños de nuestro presente y de nuestro futuro. Ahora bien, puedes ser realmente libre si no tienes quien te de esa libertad. Pues creo que no. La libertad que nos da Jesús en su palabra es mucho más que todas estas cosas juntas. Si tenemos fe en Cristo seremos libres, porque él es el camino, la verdad y la vida. Jesús nos habla del amor de Dios y del amor al prójimo. Nos invita a cumplir sus mandamientos y solo en ellos conseguiremos la verdadera libertad. No puede ser libre el que siente envidia o es egoísta, ambicioso o derrochador. No es libre el que depende del alcohol para ser feliz, para disfrutar de la compañía de unos amigos o familiares. No puede ser libre el que depende del cigarrillo o las drogas para aliviar sus penas para escapar a los problemas. No puede ser libre aquel que es infiel a su pareja o a sus ideales. Pues bien, Jesús nos hace libres desde el amor, porque solo aquel que siente amor conocerá la libertad. Dios nuestro Padre celestial envía a Jesús su hijo unigénito, para darnos ese mensaje de amor, para darnos un ejemplo de vida, para enseñarnos a ser hermanos, solidarios y temerosos a la ira de Dios pero confiados en su misericordia. La libertad la podemos sentir cuando practicamos el evangelio y somos testimonio de las maravillas que hace la palabra de Dios cuando cae en tierra fértil, cuando bebemos el agua que calma la sed y da vida eterna, cuando con nuestro ejemplo enseñamos a los demás que es posible tener un mundo mejor, que es posible transformar nuestra vida si vemos al mundo con ojos puestos en el corazón o sea, desde el amor.