sábado, 21 de febrero de 2015

Oración por todos los necesitados del amor de Dios.

Oh Señor,  hoy más que nunca te pido por todos los venezolanos, por todos mis hermanos en la fe, en la esperanza, por todos los necesitados de uan palabra de consuelo, de aliento, de acompañamiento en estos tiempos de tanta violencia, de tanta crisis económica, política, social. De tanta perdida de valores, de sueños, de fe. Para que tomemos conciencia de que tú estás en cada uno de nosotros, que el Espíritu Santo habita en nuestro ser y por ello no debemos despreciar a nadie, no debemos contribuir al mal de nadie. El Espíritu Santo nos hace seres especiales, seres semejantes a ti en todo,  a excepción del pecado,   ya que el hombre fue creado a imagen y semejanza de nuestro Padre Dios.
Tenemos que buscar la conversión en estos tiempos, cuaresma es el tiempo ideal para reflexionar y proponer un cambio en nuestra vida: nuestros malos hábitos transformarlos en cosas buenas, nuestras viejas costumbres por nuevas, buscar una nueva filosofía de vida partiendo de Dios y del crecimiento de nuestro mundo espiritual. Sólo el amor es capaz de transformar nuestra alma herida, nuestra alma resentida, llena de orgullos, de miserias humanas. Solo el amor puede llevarnos por el camino de la unidad, la tolerancia y enseñarnos a valorar las bondades, méritos y cualidades que tiene el hermano, que tienen nuestros semejantes. El amor puede transformar nuestra existencia en una vida útil para la sociedad, para nuestra familia, para nuestra iglesia.
Busquemos el amor de Dios a través del amor al prójimo, no le demos tanta importancia a la vida mundana y tratemos de ganar méritos para la vida eterna. Dios es el principio y el fin, el alfa y el omega, es la sal para la vida, es el camino, la verdad y la vida. Es la salvación para nuestra alma.
Somos hijos muy amados para Dios, tanto nos amó que nos dio a su único hijo Jesús, para que trajera su mensaje de salvación y vida eterna. El vino para cambiar la imagen que tenían nuestros antepasados de un Dios lejano, un Dios que no se deja ver, un Dios que es castigador, que es juez y que condena. Jesús vino a presentarnos a un Padre que es amor, que nos deja un único mandamiento “Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. ¿Quién es el prójimo? Es nuestro hermano, el más cercano, aquel que está necesitado y a quien podemos tender la mano.
Los planes de Dios son perfectos, para él no hay nada oculto, para él no hay imposibles, bien lo dijo Jesús: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre,  él os concederá”, esa promesa fue dada por Jesús para decirnos que tengamos fe y que  solo el Padre puede darnos aquello que necesitamos. Lo que pasa es que muchas veces no sabemos pedir, ya que hay que pedir con una fe ciega, pensar que si lo que pedimos es del agrado de Dios ya lo tenemos de antemano. Solo el Padre puede saber lo que nos conviene, y cuando permite que algo pase en contra de nuestra voluntad,  es porque tenemos que aprender una lección de ese episodio de nuestra vida, para nuestro crecimiento personal y espiritual.  También en los malos momentos está Dios presente, acompañándonos, consolándonos, hasta que lleguen tiempos mejores y todo pase. 
Mañana es domingo, acudamos a buscar a Dios en nuestra iglesia, para eso existe la iglesia,  para congregarnos y encontrar en ella orientación, sabiduría, inspiración divina  y compartir con todos las enseñanzas de la palabra de Dios, que nos habla para transformar nuestra vida, siempre que se lo permitamos.  Amén.