lunes, 1 de agosto de 2016

¿Que Significa Servir a otros.?

¿Qué significa Servir a otros?
El servicio es un acto de amor y de entrega para el bien del prójimo. Prestar servicio a otros, creo que es nuestra razón de ser, cada uno nace con unos carismas, dones, actitudes, fortalezas, habilidades... bien sea innatas o adquiridas. Lo importante es que a lo largo de nuestra vida, Dios nos va moldeando, nos va preparando, nos va formando para que prestemos el servicio que él necesita.
Muy pocas personas, se dan cuenta de lo importante que es el servicio que prestan en el ámbito donde se desenvuelven: la familia, el trabajo, la comunidad, la iglesia, en fin en todos los lugares donde nos relacionamos con otros. En la familia, cada uno de nosotros puede prestar un buen o mal servicio, si lo hacemos de corazón, con amor, poniendo todo lo bueno que tenemos en esa acción, por supuesto que nuestro servicio será bueno. Si renegamos, hacemos las cosas por hacerlas, sin cuidar los detalles, sin darle tiempo a la imaginación para inventar algo nuevo, una nueva forma de hacer las cosas, buscar la calidad en el servicio, por supuesto, nuestro servicio será muy malo o mediocre. En resumen, si no hay amor en el corazón nuestro servicio definitivamente será malo, insignificante y para nada agradable a Dios y mucho menos a los hombres. Hay tantas cosas por hacer, tantos por ayudar, tantas necesidades en la humanidad, tantos problemas que no se han resuelto, que bien vale la pena esforzarse en dar lo mejor de nosotros, en cada una de nuestras acciones, en el servicio que ofrecemos a otros sea gratuito o remunerado.
No dejemos que la frustración, el desánimo, nuestras limitaciones, egoísmos, la flojera o el desamor, nos lleven por la vida haciendo cosas a medias, por no dejar, por tratar de aparentar que estamos haciendo algo o creer que los que nos rodean, piensan que estamos haciendo las cosas muy bien, aunque realmente no hagamos nada o simplemente me limito a hacer un trabajo, sin ningún valor agregado.
Hace unos días, escuchaba a alguien que decía: “Nuestro servicio depende de las necesidades de otros” y es verdad, tenemos un trabajo porque hay alguien que necesita tal o cual servicio y para eso nos contratan. Si en mi comunidad presto mi apoyo es porque alguien lo ha necesitado. Imaginemos por un momento que todos tuviéramos la misma actividad económica, el mismo servicio profesional, no tendríamos la oportunidad de desarrollar nuestras propias habilidades, capacidades, talentos. Todos seriamos como robots en series, pero gracias a nuestro Padre Dios, cada uno tiene una formación profesional o artesanal distinta, capacidades y talentos distintos, aunque tengamos la misma profesión u oficio, hacemos las cosas de formas tan diversas, que eso hace la gran diferencia. Basta con mirar a nuestro alrededor y vemos por ejemplo ¿cuantas heladerías existen? Muchas es verdad, inclusive unas al lado o al frete de otras y así con las panaderías, los restaurantes...Pero siempre habrán unos que se destacan más que otros, ¿Por qué? Por el servicio que prestan y ofrecen a su clientela. Allí está el secreto, en el esmero, la estrategia utilizada, la importancia que le damos al servicio que ofrecemos, lo que nos impulsará a buscar la calidad y la excelencia en lo que hacemos.
Si en nuestra casa, estamos preparando el desayuno, pero nos levantamos de mal humor, apurados, sin pensar en las personas que se van a desayunar, sin dar gracias a Dios por un nuevo día, por contar con unos alimentos, por la oportunidad que me da de ser mejor persona, sin amor en mi corazón para dar a otros, por supuesto, ese desayuno no tendrá sabor, no tendrá gusto, será como algo insípido que no sacia, que no llena, que deja tan vacío el estómago como al corazón. Por el contrario, si nuestra actitud es alegre, si agradecemos al Padre por ese nuevo día, si ponemos el corazón en preparar ese pedazo de pan, ese café y los huevos... Desayunamos todos con agrado, amándonos, aceptándonos y perdonándonos, entonces la vida nos agradecerá el servicio que estamos dando.
Tratemos pues de distinguirnos de entre tanta gente, por la calidad de nuestro servicio, por el amor que aportamos en cada una de nuestras actividades, por el bien que hacemos a otras personas. A lo mejor nunca te has planteado que el café que servimos en la oficina, los baños que nos toca limpiar, el oficio que escribimos y enviamos, es la manera que Dios ha dispuesto para servir a los demás. Recuerda, que en las acciones más sencillas, allí está presente la grandeza de nuestro Padre Dios. Él se complace en las cosas sencillas y humildes. Te muestro un ejemplo de vida, hace algunos años yo no entendía la importancia del servicio que prestaba, no sabía que la misión que Dios me había encomendado yo la pudiera cumplir a través de mi familia, de mis amigos, en los trabajos realizados o empleos que se me habían dado, porque hoy día me doy cuenta que solo Dios me llevó a cada uno de esos lugares y con un para qué. Por eso, aunque trabajé mucho dando lo mejor de mí durante años, siempre me sentí frustrada por las ingratitudes humanas, vacía por esperar algo que no llegaba, cansada y abatida. Ahora que entiendo que si abandono mi vida en las manos de Dios, mi creador, mi Padre que me ama y me presto como un instrumento para cumplir su voluntad, puedo ver en mi servicio, un servicio que agrada al Señor. Veo en mi familia y en mi trabajo el para qué de mi vida, y no busco entender el por qué, veo que en este servicio yo puedo dar fe y testimonio de las maravillas que mi Padre ha puesto en mis manos, en mi intelecto, en mi actitud de vida, en mi hablar, en esta necesidad tan grande de llevar a otros un mensaje de amor. Veo con claridad, que con todo lo recibido yo ahora puedo ofrecer a otros mi servicio y trato de hacer las tareas con amor, pensando que con ellas agrado a Dios y hago un bien a otros, sin importar si la humanidad me entrega gratitud, si valoran mi esfuerzo y mi entrega. Aunque sea un servicio remunerado, igual yo lo ofrezco a Dios, que sirva mi esfuerzo para enseñar a otros, para dar ejemplo de vida en Cristo y para gloria de su nombre. Llevando el bien que pueda dar, mi apoyo, mis conocimientos y capacidades a otras personas en su nombre. Si tanto amó Dios al mundo que nos entregó a su único hijo para que viniera a servirnos, a limpiar nuestras heridas, a darnos esperanza, a lavar nuestros pies para salvarnos del pecado, ¿por qué yo no puedo hacer lo que me corresponde hacer, con calidad de servicio, entrega y amor para el bien de los demás?
Para terminar les dejo esta cita bíblica, para reflexionar sobre el servicio:
El Evangelio [Mc 10, 35-45] nos relata la petición que hicieron Santiago y Juan a Jesús de dos puestos de honor en su Reino. Después, los diez comenzaron a indignarse contra estos dos hermanos. Jesús les dijo entonces: Sabéis que los que figuran como jefes de los pueblos los oprimen, y los poderosos los avasallan. No ha de ser así entre vosotros; por el contrario, quien quiera llegar a ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor, y quien entre vosotros quiera ser el primero, sea esclavo de todos. Y les da la suprema razón: porque el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en redención de muchos.