jueves, 29 de enero de 2015

SEGUIR EL LIDERAZGO DE CRISTO



Cuando decidimos seguir a Cristo y aceptarlo en nuestro corazón como el salvador, como el Dios de la Vida, como el Padre que me ama aun cuando me sienta el ser más miserable de los seres humanos, entendemos que la felicidad no está en cosas materiales, que lo material solo es un medio para vivir de una determinada manera, mas no es el fin último de nuestra vida. Es porque estamos madurando en la fe, fortaleciendo nuestro espíritu y liberando nuestra alma de sentimientos negativos, romper cadenas que nos impiden avanzar y crecer. No necesitamos ser doctores o especialistas en teología, habernos leído la Biblia desde el inicio hasta el final para hablar de Dios, para decirle al mundo cuán grande es su amor.  Para anunciar la buena noticia que encierra el evangelio, solo necesitamos abrir nuestro corazón a la luz, a la verdad. Beber de esa agua viva que calma la sed de aquel que está sediento y siente hambre de su palabra, de su presencia, de su amor.
Debemos ser temerosos de perder a Dios, no porque sea un Dios torturador, vengativo o cruel, sino por el contrario, por ser el padre más bueno, noble y cariñoso que podemos tener y que podríamos herir con facilidad si no lo sabemos reconocer en nuestra vida, sentir en nuestro caminar.
Estoy convencida que solo el que conoce a Dios y a su hijo Jesús, puede llegar a ser feliz en esta vida, con esa alegría plena en el corazón,  que no se apaga aunque las cosas no sean como yo espero, ese gozo espiritual ante su presencia, sentir que libera nuestras cargas ya que no estamos solos y guía nuestros pasos hacia el logro de sus proyectos.
  





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