domingo, 11 de enero de 2015

El Bautizo de Jesús.



Escribo en este Blog con la esperanza de que la palabra de Dios llegue a quienes lo estén buscando y  lean este mensaje de reflexión. El objetivo es  cumplir con mi deber cristiano de proclamar la palabra,  de dar testimonio de su poder y expresar alabanzas a su sagrado nombre.  No sé si lleguen a leerlo, pero con estas palabras,  quiero aportar un granito de arena para divulgar la fe cristiana.  
Hoy la iglesia católica celebra el día del Bautizo de Jesús en el río Jordán,  por Juan el Bautista. Este relato lo podemos apreciar en la Sagrada Biblia en Mateo capítulo 3 del  13 al 17.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 3, 13-17

En aquel tiempo, Jesús llegó de Galilea al río Jordán y le pidió a Juan que lo bautizara. Pero Juan se resistía, diciendo: “Yo soy quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te bautice?” Jesús le respondió: “Haz ahora lo que te digo, porque es necesario que así cumplamos todo lo que Dios quiere”. Entonces Juan accedió a bautizarlo.

Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios, que descendía sobre Él en forma de paloma y oyó una voz que decía, desde el cielo: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias”.
Muchas veces me he preguntado por qué Jesús siendo el hijo de Dios fue a bautizarse con Juan, es un hombre Santo, libre de pecados y fiel a los mandamientos de Dios. Pues la lectura de este evangelio me lleva a tener la siguiente conclusión: a pesar de ser el hijo de Dios, era un seguidor más de la palabra que Juan el Bautista proclamaba, es decir de la palabra de Dios.  Juan tenía como misión preparar el camino para la llegada del hijo de Dios. Anunciaba la palabra en sitios donde se rodeaba de  grandes multitudes para ser convertidos y perdonados sus pecados. Allí también asistían personas de todos los estratos de esa sociedad, paganos, fariseos, en fin todos los que de una u otra forma querían saber más de esa buena noticia del reino.  Pero Jesús dio testimonio de humildad, obediencia, disciplina y fue para que Juan lo bautizara. También se puede decir que fue para indicarles a ese grupo de personas que el bautizo era el único camino para ser perdonado, pero desde ese momento ya no sería un acto público de conversión, sino que es la llave para alcanzar la salvación y la vida eterna, es la manera en que Dios nos reconoce como sus hijos y pasamos a ser hermanos de todos los seres humanos.
Ahora puedo reflexionar con más claridad sobre mi bautismo, ¿qué significó para mí estar bautizada?   
En realidad para mí  durante muchos años fue solo un acto natural, algo que tenemos que hacer para ser católicos - cristianos, pero no tenía conciencia de lo grande que es ese momento para todo creyente.  La madurez me da la oportunidad de entender,  que fue un pacto entre Dios y yo, donde él me acepta como hija suya y me da su amor junto con la oportunidad de salvarme y yo me comprometo a seguirle, a creer en él, a llevarlo en mi corazón en todo momento,  a ser su hija y de amarlo por sobre todas las cosas.
 Es  ahora que puedo entender que a partir de ese momento, paso a ser hija de Dios y a ser coheredera del cielo, al igual que Jesús.  Puede sonar como una irreverencia pensar que soy heredera del cielo, pero si analizo lo que significa ser hija de Dios,  tengo que entender que Dios me da la oportunidad de heredar el cielo y obtener la salvación, la vida eterna, el contar con su apoyo y con su amor por toda la eternidad, no solo en esta vida mundana, sino después de la vida.
Por eso,  el bautizo es un acto de alianza, un compromiso personal, pero que muchas veces he ignorado ya que no me comportaba como hija de ese Dios, mi vida no reflejaba el actuar de un ser cristiano, solo entendía que debía ir a misa los domingos, de vez en cuando un rosario, dar un pequeño aporte a la iglesia y ya.  Pero resulta que ser cristiano es mucho más, que debo mirar al mundo con los ojos del amor, que debo vivir la vida agradecida y feliz, porque Dios no quiere que sea infeliz.  Si creo en esa alianza entre Dios mi padre y yo, tengo que proclamar el evangelio, dar testimonio de vida, es decir,  que mi vida en Cristo me ha hecho y me sigue haciendo cambiar. No importa la edad, no importa el cómo, solo sé que ahora existo  porque vivo en cristo y cristo vive en mí, dejo en sus manos mis más grandes tesoros y confió en él para alcanzar mis proyectos, mis sueños y prestar mi servicio de la mejor manera para su servicio.
No es fácil, el camino a la salvación es un camino angosto. Nuestra realidad nos lleva a desviarnos de ese camino y tomar caminos más largos, muchas veces hay que retroceder y volver a empezar. Pero hasta en eso he tenido suerte, mi Padre me ama y por eso me lleva de regreso al  camino y me dice lo que debo hacer para que el camino de la vida sea más próspero y sin tantos tropiezos.  
Si analizamos ese momento que nos enseña el evangelista Marcos, es el momento donde se hace presente la Santísima Trinidad, ese misterio divino revelado por Dios en sus tres divinas personas: El Padre cuando dice: este es mi hijo amado, en donde tengo puestas mis complacencias, el Espíritu Santo que se manifiesta en forma de paloma, indicando que Jesús viene de lo alto, y la presencia de misma de Jesús, como hijo de Dios.   
A partir de ese momento, no podemos dudar de que Jesús sea el mesías prometido al pueblo de Israel, el salvador. Si lo llevo a la vida cotidiana, puedo entender que  Dios me da su bendición a través del espíritu santo, que es quien se manifiesta en mi vida y es la presencia de Dios hasta el fin de los tiempos. Desde mi entender es el espíritu santo el enlace entre ese mundo terrenal y lo celestial o divino. Por eso tenemos que Orar pidiendo la presencia del espíritu santo en nuestras vidas, que sea él quien se manifieste a través de nuestra humanidad, que su presencia nos de la fuerza y la esperanza que necesitamos tener para que nuestros problemas y nuestras cargas sean más ligeras.
Si somos bautizados, formamos parte de esa gran familia de Cristo y como familia tenemos que ayudarnos, amarnos y respetarnos.
Hasta una próxima oportunidad...





















  

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