Reflexión:
El Apóstol Pablo en el capítulo 12, versículos 4 -21, nos presenta los Deberes Cristianos, entendiendo que el
primer deber, de todo aquel que diga ser cristiano, es el amor, por esta acción nos reconocerán y también
está escrito “... a esta mujer se le perdona mucho, porque amó mucho”. Pero para complementar ese
sentimiento tan lindo del amor, de ese amor a Dios y al prójimo, Pablo nos presenta una lista de deberes o
normas, para que puedan guiar nuestro
actuar y decir de nosotros, estamos ante la presencia de un Cristiano (seguidor
de Cristo).
Inicia comparando a la iglesia (el pueblo
de Dios) con el cuerpo humano, uno de los sistemas más perfecto que ha creado Dios. Un
sistema conformado por: cabeza, tronco y extremidades donde cada miembro tiene
su función, un para qué, con ellos nos complementamos y formamos un solo ser. No
podemos decir a los brazos, no los
necesito, pueden irse, ni a los pies, me basta con tener cabeza y brazos, no me hace falta nada más. Porque cada uno de nuestros miembros
internos y externos es de sumo valor para nuestra vida.
Así pues, debemos entender lo que significa la
iglesia para Cristo, él es la cabeza, como centro de nuestra humanidad, el cerebro
pensante, generador e inspirador de
ideas, sueños, proyectos, soluciones y
nosotros su iglesia, somos sus manos, su boca,
sus ojos, su corazón, sus pies. A través de nosotros (su pueblo), él
puede actuar, puede moverse, expresarse, abrazar, (...), puede amar. Por otro lado, Dios nos creó
iguales pero diferentes, ningún ser humano se parece a otro ser humano, aunque
desde el punto de vista físico seamos iguales, podemos tener un gemelo y aun
así somos diferentes.
Pero si analizamos el sistema humano, todos
tenemos los mismos órganos vitales, a excepción de aquellos que nos dan la diferencia
entre hombre y mujer. Todos en condiciones normales, tenemos: manos, pies, cabeza, estomago,
corazón, ojos, boca pero no todos nos parecemos, por lo que cumplimos una única
función, que es irrepetible, allí en el lugar donde Dios nos ha llevado. Por lo
que es allí que debemos dar nuestros frutos.
Desde
el punto de vista de la fe, esto tiene su razón de ser, somos únicos para Dios,
con nuestra realidad de vida, tal cual somos, así él nos quiere. A cada uno de
nosotros él le ha entregado uno o varios dones y talentos varios, he allí la diferencia. Como dice la parábola de
los talentos, a cada quien le ha dado según sus capacidades para administrar.
Pues bien, esos talentos, esos dones, esas capacidades, como las quieras llamar, son de Dios, él las
ha puesto en nuestras manos para que las trabajemos en pro de su servicio, para
que le devolvamos más de lo que nos ha entregado.
Cada quien tiene sus fortalezas y sus
debilidades, pero debemos tratar que nuestras fortalezas sean las que
sobresalgan en nuestra vida. No podemos quedarnos aislados, no podemos
guardarnos para nosotros esos dones, debemos compartir, ponerlos a la orden de
nuestro Padre, para el servicio a la humanidad, al mundo, a todos. Nuestras
capacidades, son el potencial vivo de Dios en este mundo, por lo que debemos
ponerlas a la orden en nuestro entorno: familia, trabajo, iglesia, comunidad y ambiente.
Para finalizar, de los tantos deberes del
cristiano, me permito analizar el que nos habla de perdonar. En el perdón esta
la prueba más grande que Dios nos pide, no desear mal por mal, ser sinceros, darle
de comer a nuestros enemigos, entregar el corazón en el servicio, (...), en fin, que la prueba máxima de amor es el perdón,
solo así podemos encontrar liberación, paz, armonía y felicidad. Hay mayor bien
en dar que en recibir y sí mucho damos, mucho recibiremos. Si mucho perdonamos,
también Dios en su infinita misericordia y amor, nos perdonará mucho, porque no
somos perfectos, siempre estaremos tentados por ese lado oscuro o malo que todos tenemos, llámese demonio, la
fuerza del mal, energías negativas, como quiera que lo identifiquemos. Solo el
amor de Dios puede ser nuestra guía para entender que podemos hacer, para
superar nuestras barreras, para ser
libres y actuar con la misericordia de Dios, nuestro Señor, Dios único, Rey de Reyes.
Carta a los Romanos 1, del Apóstol Pablo. Cap. 12.
4. Miren cuántas
partes tiene nuestro cuerpo, y es uno, aunque las varias partes no desempeñan
la misma función.
5. Así también nosotros formamos un solo cuerpo
en Cristo. Dependemos unos de otros
6. y tenemos capacidades diferentes según el don
que hemos recibido. Si eres profeta, transmite las luces que te son entregadas;
7. si eres diácono, cumple tu misión; si eres
maestro, enseña;
8. Si eres predicador, sé capaz de animar a los
demás; si te corresponde la asistencia, da con la mano abierta; si eres
dirigente, actúa con dedicación; si ayudas a los que sufren, muéstrate
sonriente.
9. Que el amor sea sincero. Aborrezcan el mal y
procuren todo lo bueno.
10. Que entre ustedes el amor fraterno sea
verdadero cariño, y adelántense al otro en el respeto mutuo.
11. Sean diligentes, y no flojos. Sean fervorosos
en el Espíritu y sirvan al señor.
12. Tengan esperanza y sean alegres. Sean
pacientes en las pruebas y oren sin cesar.
13. Compartan con los hermanos necesitados, y
sepan acoger a los que estén de paso.
14. Bendigan a quienes los persigan: bendigan y
no maldigan.
15. Alégrense con los que están alegres, lloren
con los que lloran.
16. Vivan en armonía unos con otros. No busquen
grandezas y vayan a lo humilde; no se tengan por sabios.
17. No devuelvan a nadie mal por mal, y que todos
puedan apreciar sus buenas disposiciones.
18. Hagan todo lo posible para vivir en paz con
todos.
19. Hermanos, no se tomen la justicia por su
cuenta, dejen que sea Dios quien castigue, como dice la Escritura: Mía es la
venganza, yo daré lo que se merece, dice el Señor.
20. Y añade: Si tu enemigo tiene hambre, dale de
comer; si tiene sed, dale de beber: éstas serán otros tantos brasas sobre su
cabeza.
21. No te dejes vencer por el mal, más bien
derrota al mal con el bien.
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