lunes, 1 de agosto de 2016

¿Que Significa Servir a otros.?

¿Qué significa Servir a otros?
El servicio es un acto de amor y de entrega para el bien del prójimo. Prestar servicio a otros, creo que es nuestra razón de ser, cada uno nace con unos carismas, dones, actitudes, fortalezas, habilidades... bien sea innatas o adquiridas. Lo importante es que a lo largo de nuestra vida, Dios nos va moldeando, nos va preparando, nos va formando para que prestemos el servicio que él necesita.
Muy pocas personas, se dan cuenta de lo importante que es el servicio que prestan en el ámbito donde se desenvuelven: la familia, el trabajo, la comunidad, la iglesia, en fin en todos los lugares donde nos relacionamos con otros. En la familia, cada uno de nosotros puede prestar un buen o mal servicio, si lo hacemos de corazón, con amor, poniendo todo lo bueno que tenemos en esa acción, por supuesto que nuestro servicio será bueno. Si renegamos, hacemos las cosas por hacerlas, sin cuidar los detalles, sin darle tiempo a la imaginación para inventar algo nuevo, una nueva forma de hacer las cosas, buscar la calidad en el servicio, por supuesto, nuestro servicio será muy malo o mediocre. En resumen, si no hay amor en el corazón nuestro servicio definitivamente será malo, insignificante y para nada agradable a Dios y mucho menos a los hombres. Hay tantas cosas por hacer, tantos por ayudar, tantas necesidades en la humanidad, tantos problemas que no se han resuelto, que bien vale la pena esforzarse en dar lo mejor de nosotros, en cada una de nuestras acciones, en el servicio que ofrecemos a otros sea gratuito o remunerado.
No dejemos que la frustración, el desánimo, nuestras limitaciones, egoísmos, la flojera o el desamor, nos lleven por la vida haciendo cosas a medias, por no dejar, por tratar de aparentar que estamos haciendo algo o creer que los que nos rodean, piensan que estamos haciendo las cosas muy bien, aunque realmente no hagamos nada o simplemente me limito a hacer un trabajo, sin ningún valor agregado.
Hace unos días, escuchaba a alguien que decía: “Nuestro servicio depende de las necesidades de otros” y es verdad, tenemos un trabajo porque hay alguien que necesita tal o cual servicio y para eso nos contratan. Si en mi comunidad presto mi apoyo es porque alguien lo ha necesitado. Imaginemos por un momento que todos tuviéramos la misma actividad económica, el mismo servicio profesional, no tendríamos la oportunidad de desarrollar nuestras propias habilidades, capacidades, talentos. Todos seriamos como robots en series, pero gracias a nuestro Padre Dios, cada uno tiene una formación profesional o artesanal distinta, capacidades y talentos distintos, aunque tengamos la misma profesión u oficio, hacemos las cosas de formas tan diversas, que eso hace la gran diferencia. Basta con mirar a nuestro alrededor y vemos por ejemplo ¿cuantas heladerías existen? Muchas es verdad, inclusive unas al lado o al frete de otras y así con las panaderías, los restaurantes...Pero siempre habrán unos que se destacan más que otros, ¿Por qué? Por el servicio que prestan y ofrecen a su clientela. Allí está el secreto, en el esmero, la estrategia utilizada, la importancia que le damos al servicio que ofrecemos, lo que nos impulsará a buscar la calidad y la excelencia en lo que hacemos.
Si en nuestra casa, estamos preparando el desayuno, pero nos levantamos de mal humor, apurados, sin pensar en las personas que se van a desayunar, sin dar gracias a Dios por un nuevo día, por contar con unos alimentos, por la oportunidad que me da de ser mejor persona, sin amor en mi corazón para dar a otros, por supuesto, ese desayuno no tendrá sabor, no tendrá gusto, será como algo insípido que no sacia, que no llena, que deja tan vacío el estómago como al corazón. Por el contrario, si nuestra actitud es alegre, si agradecemos al Padre por ese nuevo día, si ponemos el corazón en preparar ese pedazo de pan, ese café y los huevos... Desayunamos todos con agrado, amándonos, aceptándonos y perdonándonos, entonces la vida nos agradecerá el servicio que estamos dando.
Tratemos pues de distinguirnos de entre tanta gente, por la calidad de nuestro servicio, por el amor que aportamos en cada una de nuestras actividades, por el bien que hacemos a otras personas. A lo mejor nunca te has planteado que el café que servimos en la oficina, los baños que nos toca limpiar, el oficio que escribimos y enviamos, es la manera que Dios ha dispuesto para servir a los demás. Recuerda, que en las acciones más sencillas, allí está presente la grandeza de nuestro Padre Dios. Él se complace en las cosas sencillas y humildes. Te muestro un ejemplo de vida, hace algunos años yo no entendía la importancia del servicio que prestaba, no sabía que la misión que Dios me había encomendado yo la pudiera cumplir a través de mi familia, de mis amigos, en los trabajos realizados o empleos que se me habían dado, porque hoy día me doy cuenta que solo Dios me llevó a cada uno de esos lugares y con un para qué. Por eso, aunque trabajé mucho dando lo mejor de mí durante años, siempre me sentí frustrada por las ingratitudes humanas, vacía por esperar algo que no llegaba, cansada y abatida. Ahora que entiendo que si abandono mi vida en las manos de Dios, mi creador, mi Padre que me ama y me presto como un instrumento para cumplir su voluntad, puedo ver en mi servicio, un servicio que agrada al Señor. Veo en mi familia y en mi trabajo el para qué de mi vida, y no busco entender el por qué, veo que en este servicio yo puedo dar fe y testimonio de las maravillas que mi Padre ha puesto en mis manos, en mi intelecto, en mi actitud de vida, en mi hablar, en esta necesidad tan grande de llevar a otros un mensaje de amor. Veo con claridad, que con todo lo recibido yo ahora puedo ofrecer a otros mi servicio y trato de hacer las tareas con amor, pensando que con ellas agrado a Dios y hago un bien a otros, sin importar si la humanidad me entrega gratitud, si valoran mi esfuerzo y mi entrega. Aunque sea un servicio remunerado, igual yo lo ofrezco a Dios, que sirva mi esfuerzo para enseñar a otros, para dar ejemplo de vida en Cristo y para gloria de su nombre. Llevando el bien que pueda dar, mi apoyo, mis conocimientos y capacidades a otras personas en su nombre. Si tanto amó Dios al mundo que nos entregó a su único hijo para que viniera a servirnos, a limpiar nuestras heridas, a darnos esperanza, a lavar nuestros pies para salvarnos del pecado, ¿por qué yo no puedo hacer lo que me corresponde hacer, con calidad de servicio, entrega y amor para el bien de los demás?
Para terminar les dejo esta cita bíblica, para reflexionar sobre el servicio:
El Evangelio [Mc 10, 35-45] nos relata la petición que hicieron Santiago y Juan a Jesús de dos puestos de honor en su Reino. Después, los diez comenzaron a indignarse contra estos dos hermanos. Jesús les dijo entonces: Sabéis que los que figuran como jefes de los pueblos los oprimen, y los poderosos los avasallan. No ha de ser así entre vosotros; por el contrario, quien quiera llegar a ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor, y quien entre vosotros quiera ser el primero, sea esclavo de todos. Y les da la suprema razón: porque el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en redención de muchos.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Mi Balance Personal



BALANCE DE CIERRE.
Cada fin de año, por lo general algunas empresas realizan su cierre financiero, para poder obtener un Balance General o de Situación Patrimonial, con el cual pueden evaluar los resultados obtenidos. Los administradores, contadores y/o  responsables del negocio, revisan las cuentas, sus ingresos, sus egresos y después de una serie de análisis,  llegan a la conclusión de que durante ese ejercicio económico,  la empresa tuvo pérdidas o ganancias.   
Pues bien, los seres humanos somos como una empresa en marcha, iniciamos el año con unos activos, que son nuestra vida, bienes materiales, trabajo, familia, amigos... En fin,  hacemos un inventario de todo lo que tenemos, a lo cual le sumamos proyectos, nuevas ideas, sueños.  Después de transcurrir doce meses, tenemos que evaluar si valió o no la pena, todo el esfuerzo, todo el trabajo, sacrificios, privaciones, todo el empeño que pusimos en lograr nuestras metas y eso lo podemos ver evaluando el resultado de nuestra vida: cómo estamos, qué sentimos, qué nos falta y lo más importante,  qué falta por  transformar o cambiar en mi vida desde mi actitud, aceptación, servicio y desarrollo espiritual.
Los seres humanos, tenemos todo para actuar como una empresa perfecta, pero muchas veces no sabemos qué hacer con lo que tenemos, con todos los dones, talentos y fortalezas que Dios nos ha dado para poder cumplir con nuestra misión de vida. Tal vez no somos felices porque pasamos la vida soñando con imposibles, deseando las bendiciones de otros, tratando de vivir la vida de otros o simplemente porque atesoramos  en nuestro corazón,  riquezas que nos alejan de ese nivel de perfección que Dios creó para sus hijos, tales como rencores, odios, envidias, mentiras, interés particular,  acciones que puede dañar a otros. Porque no nos valoramos a nosotros mismos, sino que nos criticamos y juzgamos como lo peor, no aceptamos nuestra realidad tal cual es y queremos que sea como la realidad de otros hermanos que según nuestro parecer “tienen mejor suerte que yo”. O adoptamos el otro extremo, “soy mejor que los demás, no necesito a nadie para ser feliz, yo soy dueña de mi futuro” Vanidad, orgullo, prepotencia, soberbia son algunos de las actitudes que asumimos.  
Es bueno discernir nuestra vida en todos sus ángulos: la familia, el trabajo, lo espiritual y lo personal. Darnos cuenta qué aspectos no nos gustan, qué podemos hacer para mejorar y qué definitivamente no va a cambiar y tomar una decisión al respecto.  
Al finalizar cada año, es oportuno y  bueno sacar nuestro propio balance, ver qué cosas buenas hice y que cosas no tan buenas también hice, que debí hacer y no hice, por qué no logre mis metas. Sacar una lista de fortalezas y de debilidades,  con la cual puedo trazarme nuevas metas, trabajar aquello que debo mejorar, centrar mi esfuerzo en transformar aquellas realidades de mi vida que me impiden ser feliz, que me limitan y me atan a un pasado, a una vida en pecado, que me hacen sentir dolor en mi corazón, qué cosas lo han convertido en un corazón seco, sin fe, sin esperanzas. Por qué no  nacer en mí el amor, la misericordia de Dios, el perdón y el olvido.
Bien lo dijo San Pablo, en su carta a los Colosenses 3 (dejar la vida vieja para buscar la vida nueva): 12 Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia (tolerancia); 13 soportándose unos a otros y perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes. 14 Sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad (de la perfección).
15 Que la paz de Cristo reine en sus corazones, a la cual en verdad fueron llamados en un solo cuerpo; y sean agradecidos. 16 Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones. 17 Y todo lo que hagan, de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de El a Dios el Padre.

domingo, 4 de octubre de 2015

Cap. 12, 4-21 Carta a los Romanos



Reflexión:
     El Apóstol Pablo en el capítulo 12,  versículos 4 -21, nos presenta los Deberes Cristianos, entendiendo que el primer deber, de todo aquel que diga ser cristiano,  es el amor, por esta acción nos reconocerán y también está escrito “... a esta mujer se le perdona mucho, porque  amó mucho”. Pero para complementar ese sentimiento tan lindo del amor, de ese amor a Dios y al prójimo,  Pablo nos presenta una lista de deberes o normas,  para que puedan guiar nuestro actuar y decir de nosotros, estamos ante la presencia de un Cristiano (seguidor de Cristo).
     Inicia comparando a la iglesia (el pueblo de Dios) con el cuerpo humano, uno de los  sistemas más perfecto que ha creado Dios. Un sistema conformado por: cabeza, tronco y extremidades donde cada miembro tiene su función, un para qué, con ellos nos complementamos y formamos un solo ser. No podemos decir a los brazos,  no los necesito, pueden irse, ni a los pies, me basta con tener cabeza y brazos,  no me hace falta nada más.    Porque cada uno de nuestros miembros internos y externos es de sumo valor para nuestra vida.
     Así  pues, debemos entender lo que significa la iglesia para Cristo, él es la cabeza, como centro de nuestra humanidad, el cerebro pensante,  generador e inspirador de ideas, sueños, proyectos, soluciones  y nosotros su iglesia, somos sus manos, su boca,  sus ojos, su corazón, sus pies. A través de nosotros (su pueblo), él puede actuar, puede moverse, expresarse, abrazar, (...),  puede amar. Por otro lado, Dios nos creó iguales pero diferentes, ningún ser humano se parece a otro ser humano, aunque desde el punto de vista físico seamos iguales, podemos tener un gemelo y aun así  somos diferentes.
    Pero si analizamos el sistema humano, todos tenemos los mismos órganos vitales, a excepción de aquellos que nos dan la diferencia entre hombre y mujer. Todos en condiciones normales,  tenemos: manos, pies, cabeza, estomago, corazón, ojos, boca pero no todos nos parecemos, por lo que cumplimos una única función, que es irrepetible, allí en el lugar donde Dios nos ha llevado. Por lo que es allí que debemos dar nuestros frutos.  
     Desde el punto de vista de la fe, esto tiene su razón de ser, somos únicos para Dios, con nuestra realidad de vida, tal cual somos, así él nos quiere. A cada uno de nosotros él le ha entregado uno o varios dones y talentos varios,  he allí la diferencia. Como dice la parábola de los talentos, a cada quien le ha dado según sus capacidades para administrar. Pues bien, esos talentos, esos dones, esas capacidades,  como las quieras llamar, son de Dios, él las ha puesto en nuestras manos para que las trabajemos en pro de su servicio, para que le devolvamos más de lo que nos ha entregado.
     Cada quien tiene sus fortalezas y sus debilidades, pero debemos tratar que nuestras fortalezas sean las que sobresalgan en nuestra vida. No podemos quedarnos aislados, no podemos guardarnos para nosotros esos dones, debemos compartir, ponerlos a la orden de nuestro Padre, para el servicio a la humanidad, al mundo, a todos. Nuestras capacidades, son el potencial vivo de Dios en este mundo, por lo que debemos ponerlas a la orden en nuestro entorno: familia, trabajo, iglesia, comunidad y  ambiente.
     Para finalizar, de los tantos deberes del cristiano, me permito analizar el que nos habla de perdonar. En el perdón esta la prueba más grande que Dios nos pide, no desear mal por mal, ser sinceros, darle de comer a nuestros enemigos, entregar el corazón en el servicio,  (...), en fin,  que la prueba máxima de amor es el perdón, solo así podemos encontrar liberación, paz, armonía y felicidad. Hay mayor bien en dar que en recibir y sí mucho damos, mucho recibiremos. Si mucho perdonamos, también Dios en su infinita misericordia y amor, nos perdonará mucho, porque no somos perfectos, siempre estaremos tentados por ese lado oscuro o  malo que todos tenemos, llámese demonio, la fuerza del mal, energías negativas, como quiera que lo identifiquemos. Solo el amor de Dios puede ser nuestra guía para entender que podemos hacer, para superar nuestras barreras,  para ser libres y actuar con la misericordia de Dios, nuestro Señor,  Dios único, Rey de Reyes.  

Carta a los Romanos  1, del Apóstol Pablo. Cap. 12.
4. Miren cuántas partes tiene nuestro cuerpo, y es uno, aunque las varias partes no desempeñan la misma función.
5. Así también nosotros formamos un solo cuerpo en Cristo. Dependemos unos de otros
6. y tenemos capacidades diferentes según el don que hemos recibido. Si eres profeta, transmite las luces que te son entregadas;
7. si eres diácono, cumple tu misión; si eres maestro, enseña;
8. Si eres predicador, sé capaz de animar a los demás; si te corresponde la asistencia, da con la mano abierta; si eres dirigente, actúa con dedicación; si ayudas a los que sufren, muéstrate sonriente.
9. Que el amor sea sincero. Aborrezcan el mal y procuren todo lo bueno.
10. Que entre ustedes el amor fraterno sea verdadero cariño, y adelántense al otro en el respeto mutuo.
11. Sean diligentes, y no flojos. Sean fervorosos en el Espíritu y sirvan al señor.
12. Tengan esperanza y sean alegres. Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar.
13. Compartan con los hermanos necesitados, y sepan acoger a los que estén de paso.
14. Bendigan a quienes los persigan: bendigan y no maldigan.
15. Alégrense con los que están alegres, lloren con los que lloran.
16. Vivan en armonía unos con otros. No busquen grandezas y vayan a lo humilde; no se tengan por sabios.
17. No devuelvan a nadie mal por mal, y que todos puedan apreciar sus buenas disposiciones.
18. Hagan todo lo posible para vivir en paz con todos.
19. Hermanos, no se tomen la justicia por su cuenta, dejen que sea Dios quien castigue, como dice la Escritura: Mía es la venganza, yo daré lo que se merece, dice el Señor.
20. Y añade: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber: éstas serán otros tantos brasas sobre su cabeza.
21. No te dejes vencer por el mal, más bien derrota al mal con el bien.

viernes, 24 de abril de 2015

Jesus nos envia a predicar su palabra de Vida eterna...



Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (16,15-20):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra de Dios. Gloria a ti Señor Jesús. 

Reflexión:
Jesús envía a sus discípulos a llevar las buenas nuevas a todas las naciones. En este evangelio de hoy, veo perfectamente cuál es nuestra misión o mejor dicho mi misión como seguidora de la fe cristiana, como parte importante  de la iglesia de Cristo, veo cual es la promesa de nuestro Señor Jesús y que puedo lograr si cuento con su apoyo y acompañamiento. Además,  lo que me dice a mí particularmente,  es que crea en él para obtener la salvación. Que maravillosas palabras deja mi maestro como legado a mí vida, él vino a enseñarme  personalmente,  cuál es el camino para llegar al Padre, él mismo es el camino, la verdad y la vida. Por eso no debo perder la esperanza,  porque Jesús está  en mí, su espíritu santo me acompañará siempre y me guiará por ese camino de fe, confianza, amor y perseverancia.
El camino de la fe no es nada fácil, por eso tenemos que pedir mucho al Padre que nos llene de su espíritu santo y conceda la gracia de sus siete dones: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor a Dios con ellos puedo demostrar que Dios está en mí, que son las virtudes de quien lo recibe. Tal vez estoy distante de obtener esa plenitud en Cristo, pero debo ser perseverante para alcanzar su gracia.
El mensaje de la palabra  Santa de Jesús,  me muestra su voluntad de enviarme  a predicar el evangelio, esa buena noticia que el mundo espera, que necesita y que me mueve a expresar la experiencia tan hermosa que es vivir con Cristo Jesús de nuestro lado, por eso nada temeré y en sus brazos refugiare mi alma cansada y abatida, asustada ante la tempestad, pero confiada de que él me unge y renueva con su espíritu,  llenando mi vida de luz y sosiego. Amado mío, que mis labios no dejen de alabarte,  ni mi corazón de buscarte, para que no muera en mí la esperanza de un mañana mejor, de una vida plena según tus sagrados mandamientos, sintiéndome libre y feliz de cumplir la misión que me encomiendas cada día.  Soy tu servidora y hasta mi último aliento quiero expresarte mi gratitud, amor, lealtad y fe en tu palabra. Quiero contarle al mundo sobre la magia que tienen tus palabras cada vez que leo el evangelio e internalizo su significado, cada encuentro contigo me lleva a desear ser cada día un mejor ser humano, no sé si entiendo lo que me quieres decir,  pero segura estoy que no dejará mi alma y mi vida vacía y que esa palabra debo proclamarla a viva voz a todos con fe y devoción.
Hermanos no tengan miedo de aceptar a Cristo en su corazón y de hacerlo el centro de sus vidas, confía y cree en nuestro Señor Jesucristo,  con toda tu mente y con todo tú corazón, su palabra es vida, es plenitud para el espíritu y nunca regresará vacía.   Lee el Evangelio, el Señor te espera, búscalo y sigue sus pasos.

sábado, 21 de febrero de 2015

Oración por todos los necesitados del amor de Dios.

Oh Señor,  hoy más que nunca te pido por todos los venezolanos, por todos mis hermanos en la fe, en la esperanza, por todos los necesitados de uan palabra de consuelo, de aliento, de acompañamiento en estos tiempos de tanta violencia, de tanta crisis económica, política, social. De tanta perdida de valores, de sueños, de fe. Para que tomemos conciencia de que tú estás en cada uno de nosotros, que el Espíritu Santo habita en nuestro ser y por ello no debemos despreciar a nadie, no debemos contribuir al mal de nadie. El Espíritu Santo nos hace seres especiales, seres semejantes a ti en todo,  a excepción del pecado,   ya que el hombre fue creado a imagen y semejanza de nuestro Padre Dios.
Tenemos que buscar la conversión en estos tiempos, cuaresma es el tiempo ideal para reflexionar y proponer un cambio en nuestra vida: nuestros malos hábitos transformarlos en cosas buenas, nuestras viejas costumbres por nuevas, buscar una nueva filosofía de vida partiendo de Dios y del crecimiento de nuestro mundo espiritual. Sólo el amor es capaz de transformar nuestra alma herida, nuestra alma resentida, llena de orgullos, de miserias humanas. Solo el amor puede llevarnos por el camino de la unidad, la tolerancia y enseñarnos a valorar las bondades, méritos y cualidades que tiene el hermano, que tienen nuestros semejantes. El amor puede transformar nuestra existencia en una vida útil para la sociedad, para nuestra familia, para nuestra iglesia.
Busquemos el amor de Dios a través del amor al prójimo, no le demos tanta importancia a la vida mundana y tratemos de ganar méritos para la vida eterna. Dios es el principio y el fin, el alfa y el omega, es la sal para la vida, es el camino, la verdad y la vida. Es la salvación para nuestra alma.
Somos hijos muy amados para Dios, tanto nos amó que nos dio a su único hijo Jesús, para que trajera su mensaje de salvación y vida eterna. El vino para cambiar la imagen que tenían nuestros antepasados de un Dios lejano, un Dios que no se deja ver, un Dios que es castigador, que es juez y que condena. Jesús vino a presentarnos a un Padre que es amor, que nos deja un único mandamiento “Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. ¿Quién es el prójimo? Es nuestro hermano, el más cercano, aquel que está necesitado y a quien podemos tender la mano.
Los planes de Dios son perfectos, para él no hay nada oculto, para él no hay imposibles, bien lo dijo Jesús: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre,  él os concederá”, esa promesa fue dada por Jesús para decirnos que tengamos fe y que  solo el Padre puede darnos aquello que necesitamos. Lo que pasa es que muchas veces no sabemos pedir, ya que hay que pedir con una fe ciega, pensar que si lo que pedimos es del agrado de Dios ya lo tenemos de antemano. Solo el Padre puede saber lo que nos conviene, y cuando permite que algo pase en contra de nuestra voluntad,  es porque tenemos que aprender una lección de ese episodio de nuestra vida, para nuestro crecimiento personal y espiritual.  También en los malos momentos está Dios presente, acompañándonos, consolándonos, hasta que lleguen tiempos mejores y todo pase. 
Mañana es domingo, acudamos a buscar a Dios en nuestra iglesia, para eso existe la iglesia,  para congregarnos y encontrar en ella orientación, sabiduría, inspiración divina  y compartir con todos las enseñanzas de la palabra de Dios, que nos habla para transformar nuestra vida, siempre que se lo permitamos.  Amén.

jueves, 29 de enero de 2015

UN MENSAJE DE ESPERANZA, HABLEMOS DE JESÚS: SEGUIR EL LIDERAZGO DE CRISTO

UN MENSAJE DE ESPERANZA, HABLEMOS DE JESÚS: SEGUIR EL LIDERAZGO DE CRISTO: Cuando decidimos seguir a Cristo y aceptarlo en nuestro corazón como el salvador, como el Dios de la Vida, como el Padre que me ama aun...

SEGUIR EL LIDERAZGO DE CRISTO



Cuando decidimos seguir a Cristo y aceptarlo en nuestro corazón como el salvador, como el Dios de la Vida, como el Padre que me ama aun cuando me sienta el ser más miserable de los seres humanos, entendemos que la felicidad no está en cosas materiales, que lo material solo es un medio para vivir de una determinada manera, mas no es el fin último de nuestra vida. Es porque estamos madurando en la fe, fortaleciendo nuestro espíritu y liberando nuestra alma de sentimientos negativos, romper cadenas que nos impiden avanzar y crecer. No necesitamos ser doctores o especialistas en teología, habernos leído la Biblia desde el inicio hasta el final para hablar de Dios, para decirle al mundo cuán grande es su amor.  Para anunciar la buena noticia que encierra el evangelio, solo necesitamos abrir nuestro corazón a la luz, a la verdad. Beber de esa agua viva que calma la sed de aquel que está sediento y siente hambre de su palabra, de su presencia, de su amor.
Debemos ser temerosos de perder a Dios, no porque sea un Dios torturador, vengativo o cruel, sino por el contrario, por ser el padre más bueno, noble y cariñoso que podemos tener y que podríamos herir con facilidad si no lo sabemos reconocer en nuestra vida, sentir en nuestro caminar.
Estoy convencida que solo el que conoce a Dios y a su hijo Jesús, puede llegar a ser feliz en esta vida, con esa alegría plena en el corazón,  que no se apaga aunque las cosas no sean como yo espero, ese gozo espiritual ante su presencia, sentir que libera nuestras cargas ya que no estamos solos y guía nuestros pasos hacia el logro de sus proyectos.