lunes, 31 de marzo de 2014

Hablemos del amor de Dios.


Pues tanto amó Dios al mundo que le entregó a su único hijo para que al morir nos diera vida eterna. Con estas palabras quiero iniciar esta reflexión, para la vida. Vinimos a este mundo por la voluntad del Padre que nos creó,  que nos dio su espíritu a través del espíritu santo que vive en nosotros. Pues bien, tenemos que estar conscientes de que Dios habita en nosotros, que cada momento nos habla, pero tenemos que saber escuchar, oír sus consejos.  Pienso que todos los seres humanos vinimos a este mundo a cumplir una misión para la gloria de Dios, que los conocimientos, destrezas, habilidades o simplemente aquello que mejor podemos hacer, es un don, un don de Dios para cumplir en este mundo acciones en su nombre, aunque no  demos cuenta, a lo largo de nuestras vidas trabajamos para él,  al  atender a un hermano en su necesidad, al cuidar de nuestra familia, al cumplir con nuestro trabajo, estamos cumpliendo con la voluntad de Dios y haciendo honor a su nombre, pero de una manera inconsciente.

El cristiano debe hacerse más consciente de su fe, de su responsabilidad ante la vida y de lo importantes que somos para Dios. Todos somos llamados a cumplir con nuestra misión, de una manera sencilla, de una manera discreta. Dios no nos pide que hagamos maravillas, solo nos pide compromisos en al fe.   El predicar su palabra, en todo momento y en cualquier lugar, siendo ejemplo para otros con nuestro actuar, que todo aquel que nos mire vea en nosotros el rostro, la mirada y la sonrisa de Jesús, su bondad, amor y caridad. Que nuestras acciones hablen más que mil palabras, que nuestra vida sea el reflejo de Dios.   

El amor de Dios es tan grande y maravilloso, que aunque nuestra condición humana nos deja entender y ver muchas cosas, o que al vernos al espejo nos digamos  a nosotros mismos que no valemos nada, para Dios somos una piezas valiosas, somos esa arcilla que él quiere moldear según su voluntad, lo único es que en el caminar de nuestra vida tenemos dos opciones, caminar de la mano de Dios o solos apartados de él. Es aquí la gran diferencia, el que decide caminar por la vida de la mano de Dios, siempre encontrará su apoyo, orientación y direccionamiento para organizar y activar su vida. El que decide alejarse de Dios, caminará por caminos oscuros, llenos de amarguras, tristezas, dolor, sacrificio, en fin tendrá una vida vacía, una vida gris. Aunque tenga riquezas, sabiduría, inteligencia siempre sentirá que le falta algo, le falta  lo principal, el centro de su vida, que es Dios.

Dios nos guía y protege por cada camino que andamos, su presencia es divina, es sutil, es como una manta suave que nos cobija, una brisa fresca que nos refresca, es el agua viva que calma la sed. Él está allí esperando por nosotros, por nuestro amor, por nuestro compromiso de cambiar, de hacer las cosas que tenemos que hacer, pero hacerlas bien.

La presencia de su hijo Jesús, es fundamental en nuestras vidas, ya que él nos lleva a Dios con sus palabras, con su ejemplo, con ese amor tan grande que demostró en la cruz entregando su vida por la salvación de la humanidad. Mejor ejemplo de amor y sacrificio no encontraremos jamás. Jesús en su palabra solo nos resalta la grandeza del amor, del amor de Dios por nosotros. Nos indica el camino a seguir, en donde el centro de nuestra vida es el Padre.

La Biblia es como un manual de vida, en ella encontramos la mejor orientación para guiar nuestra vida al camino de la salvación. No despreciemos pues el gran legado que Dios nos ha dado, enseñándonos el camino a seguir, la actitud de vida que el espera de nosotros, basada en el amor, la caridad, la comprensión hacia nuestros semejantes. Para amar a Dios, tenemos primero que amarnos a nosotros mismos, amar a nuestros hermanos sin distinción de clase, color, raza o religión. Todos somos hermanos y como tal debemos ayudarnos, amarnos y aceptarnos.

Recordemos siempre que Dios es un Dios vivo, que está entre nosotros y con nosotros, como Jesús nos lo prometió que estaría entre nosotros hasta el fin de los tiempos.  Repitamos siempre en nuestro interior Dios en ti confío, Dios tu eres mi salvación y de esa forma repitiendo y repitiendo una y otra vez, caeremos ante la presencia de nuestro Señor y allí en ese momento podremos conversar con él y podremos conocerle,  amarle tanto como él nos ama a nosotros. Dios en ti confío y espero tu auxilio, te necesito Señor, sin ti yo soy nada.     

 

sábado, 29 de marzo de 2014

Evangelio
(Jn 4,5-42)
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a ti, Señor

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía. Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: “Dame de beber”. (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” (Porque los judíos no tratan a los samaritanos). Jesús le dijo: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”. La mujer le respondió: “Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?” Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna”. La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla”. Él le dijo: “Ve a llamar a tu marido y vuelve”. La mujer le contestó: “No tengo marido”. Jesús le dijo: “Tienes razón en decir: ‘No tengo marido’. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad”.

La mujer le dijo: “Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén”. Jesús le dijo: “Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”. La mujer le dijo: Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de todo”. Jesús le dijo: “Soy yo, el que habla contigo”.

En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo ninguno le dijo: ‘¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?’ Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decira la gente: “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?” Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde él estaba. Mientras tanto, sus discípulos le insistían: “Maestro, come”. Él les dijo: “Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen”. Los discípulos comentaban entre sí: “¿Le habrá traído alguien de comer?” Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: ‘Uno es el que siembra y otro el que cosecha’. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto”. Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír su palabra. Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el salvador del mundo”.

ACTITUD DE VIDA

Muchas veces vivimos quejándonos de todo lo que nos sucede, “que el mal tiempo, que el dinero no alcanza, lo pesado de andar en taxi, el calor, el trabajo es un fastidio, el stress, la inseguridad, la comida está muy cara… En fin hacemos de toda nuestra vida, una tragedia o de la tragedia nuestra vida, sentimos lástima de nosotros mismos y no nos damos tiempo de revisar todo lo grande y maravilloso que la vida nos da en cada momento, por cada segundo que respiramos y podemos movernos a nuestro libre albedrio. Luchemos contra nuestros propios fantasmas, dejemos a un lado y en el pasado, todo aquello que nos asusta, molesta o nos hace daño. Vive cada instante como si fuera el último, comparte con tu familia: tus sueños, tus preocupaciones, derrotas y triunfos. Eso te permitirá darte cuenta de que nuestro futuro y felicidad depende de nosotros mismos, de ese yo interno que cada día nos guía hacia el camino que queremos seguir. De la actitud con la que afrontamos la vida, que es maravillosa y está llena de oportunidades. Sigue tus sueños, rompe con el pasado y cambia de actitud. Solo así conseguirás la verdadera felicidad.

domingo, 16 de marzo de 2014

Reflexión sobre la Transfiguración de Jesus

EVANGELIO DE LUCAS:  9, 28-36
28. Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar
29 Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante,
30 y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías;
31. los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén.
32 Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
33 Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía.
34 Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor.
35 Y vino una voz desde la nube, que decía: «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle.»
36 Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
Reflexión: 
Hoy el evangelio de Lucas, nos muestra a un Jesús Glorificado, Santificado y Bendecido antes de llegar a la hora de su pasión y muerte.
Que hermoso es ver a un Jesús que ha sido glorificado por la presencia de su padre en ese monte con la presencia de Moisés y Elias. Como para reafirmar que las Leyes y los profetas anunciaron la llegada del mesías  y que Jesús era la materialización de esa fe y esa esperanza que tenia el pueblo de Israel en el salvador, el hijo de Dios ya que es ese mismo episodio Dios personalmente lo reconoce hijo suyo. 
El propio Dios nuestro padre celestial, reconoce que es padre de Jesús y  que él trae una buena noticia a la humanidad, un cambio total de Paradigmas, la oportunidad de convertir el espíritu a imagen y semejanza de Dios. Lo dice muy claro cuando la voz dice escuchadle, nos da el mandato de que oigamos a Jesús, que su palabra trae vida y vida eterna.  
Para mi no hay dudas de que Jesús es el hijo de Dios, que vino a este mundo para enseñarnos los principios por los cuales el ser humano debe dirigir su vida, con el fin de salvar su alma. 
Hermanos, en esta época de cuaresma,  tiempo de conversión busquemos el verdadero significados de la vida, pasión y muerte de nuestro maestro, preguntémonos que significado tiene nuestra vida?, que necesita Jesús que haga por él?, para que me envió Dios a este mundo?  Estas preguntas nos pueden ayudar a buscar un nuevo sentido a nuestra vida y a alcanzar la felicidad espiritual.  

sábado, 15 de marzo de 2014

EL VUELO DE LAS ÁGUILAS, Un ejemplo para el ser humano

Sabías que: El águila puede vivir hasta 70 años y al llegar a sus 40 años de vida ya es un ave agotada: sus uñas curvas y flexibles no consiguen agarrar sus presas, su pico alargado y puntiagudo también se curva hasta podrían morir si se lo entierran en el pecho y su alas, envejecidas y pesadas por las gruesas plumas, le hacen que volar sea más difícil. Pero lo más interesante de esto, es que en este momento se le presentan dos alternativas: a) esperar la muerte o b) levantar el vuelo hacia una montaña muy alta, donde permanecerá 150 días refugiada en un nido, mientras pasa por su proceso de renovación, que aunque doloroso le permitirá vivir unos años más, cambiando su pico, uñas y plumaje para salir después de 5 meses en un vuelo victorioso, renovada y dispuesta a vivir 30 años más. 
Con esta pequeña historia reflexiva podemos analizar nuestra vida, es importante renovar fuerzas para seguir luchando, para tener una vida feliz, ya que al fin y al cabo Dios nos ha enviado a este mundo para ser felices, sin importar la edad, las diferencias sociales o nuestro nivel de educación, todos tenemos derecho a ser felices. Es por eso que debemos evaluar nuestra vida de manera integral, ya que si no me siento bien con mi trabajo, con mi apariencia, con mi familia, con mis amistades y aún tengo la necesidad de buscar un cambio, otro horizonte o no estoy conforme con lo que tengo ni con lo que soy, no podré jamas encontrar la Felicidad. Es el momento de buscar una renovación espiritual, un cambio de hábitos, costumbres, tradiciones o romper ataduras. Volar muy alto, apartarme de todo y renovar aquellos aspectos que me limitan, molestan o me hacen sentir mal. Tal vez estamos lejos de parecernos a un águila, pero como seres humanos, descubrimos que siempre hay una oportunidad para cambiar, para quererme más, para romper con aquello que no me deja vivir en armonía y junto con ese proceso de conversión espiritual encontrar respuestas a mis interrogantes: Como me siento?, Que o Quien me hace sentir mal?, Que puedo hacer para cambiar esas cosas que no me dejan ser feliz?, Que cosas no me gustan de mí? Como puedo hacer para cambiar aquello que a los demás no le gusta de mi?. Es un ejercicio fácil y que guiados por la palabra de Dios, nos llevará a un cambio en nuestra vida, a un camino donde reine la paz y la armonía y en el que siempre estará nuestro mejor refugio que es Jesús.

NO PODEMOS PEDIR PAZ SI HAY ODIO EN NUESTRO CORAZÓN

 Reflexión: No podemos buscar la paz desde el odio, la anarquía y el desorden. Si en verdad estamos orando por la paz en Venezuela, debemos comenzar por respetarnos la diversidad de pensamientos, las diferencias que nos hacen seres únicos y distintos a cualquiera. Reconocer principalmente, de parte de los dos grupos (opositores y gobierno) que se han cometido errores, que el país espera soluciones, que no es mentira que estamos afrontando las consecuencias de políticas erradas. Que afrontamos una crisis social, institucional, política y económica, pero que los mecanismos de protesta aplicados no son los mas idóneos, que están muriendo personas producto de esta situación, que hay temor de salir a las calles ya no solo por la inseguridad sino también por los desastres que hay en las ciudades. Yo también oro al Dios de la Vida, para que llegue ese entendimiento, que triunfe el bien sobre todo mal, que el esfuerzo que están haciendo los representantes de los diferentes sectores reunidos por la Paz, llegue a un punto de equilibrio y acuerdo entre todos mis hermanos venezolanos.
Que Viva Venezuela, siempre como una Patria Libre y Democrática, Fuerte y Soberana, todos unidos como una gran Nación, podremos salir adelante, como hermanos. Sin divisiones, respetando nuestros ideales pero reconociendo que estamos unidos con lazos de sangre por ser venezolanos. Hay que abrir paso a la negociación, al perdón pero al perdón de corazón, a la justicia y esto traerá como consecuencia la PAZ a mi país.

Evangelio según san Mateo 18, 21-35

Se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me
haga? ¿Hasta siete veces?»

Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo."
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: "Págame lo que me debes."
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: "Dame un plazo y te pagaré la deuda."
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?"
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos.»

BRINDAR MUCHOS FRUTOS, REFLEXION

Allí donde Dios te ha sembrado, estas obligado a brindar muchos frutos…
Del santo Evangelio según san Lucas
“En aquel tiempo, como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas
votivas, él dijo: "Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida." Le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?" Él dijo: "Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy" y "el tiempo está cerca". No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato." Entonces les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo. "Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.”
El evangelio de hoy me lleva a reflexionar sobre el fin de los tiempos, en ese momento cuando ya todo termine y que se derrumbe esa gran obra creada por Dios y no quede nada, solo ruinas.
 Si profundizo en  las palabras de Jesús, me puedo imaginar en primer lugar,  que ya estamos ante  el fin del mundo, ya que muchas de esas cosas están sucediendo, podemos hacer una lista con los acontecimientos bíblicos que se están presentando en la humanidad, pero la biblia dice: nadie sabe la hora ni el momento en el cual él llegará.
Pero las palabras del maestro tienen un trasfondo que me lleva a revisar mi propia vida, mi existencia  humana. Ese gran templo que se derrumbará y del que no quedará piedra sobre piedra, es mi propio cuerpo, son todas esas cosas o personas en la que he puesto o centrado mis energías: el trabajo, la familia, la anhelada belleza, el dinero, los bienes materiales, etc. Qué pasará cuando todo esto se acabe, cuando ya no exista, que será de mi vida si tengo toda mi atención puesta en obras perecederas.
La palabra me enseña que debo prepararme para cuando llegue ese gran momento, cuando empiece a ver las señales que indican que el fin esta cerca, no es el fin de la humanidad, es el fin de mi vida terrena. Solo sembrando y dando frutos podré ahorrar riquezas para la vida eterna.  
Es allí,  donde Dios me ha sembrado, que debo hacer el  mejor  esfuerzo trabajando y amando,  para dejar buenos frutos en nuestros hermanos, sembrar para cosechar. Disfrutando todo lo que hago, dando lo mejor de mí, enseñando lo que pueda enseñar a otros, predicando el evangelio,  sirviendo a mis hermanos con dignidad y amor, buscando la felicidad en cada pequeño detalle, compartiendo lo que tengo con los necesitados, siendo fiel en lo poco, buscando la libertad de mi espíritu y esperando de mi padre Dios todo lo que él  quiera darme.


 Padre Celestial en ti creo, te pido que aumentes mi fe  y espero que aceptes el servicio que esta humilde sierva te puede dar hasta el fin de sus días.